A todos nos gustaría que a nuestros hijos y alumnos les encantara leer, pero ¿por qué algunos niños leen mucho y otros tan poco? La respuesta a esta pregunta no depende sólo del centro escolar, su método de enseñanza y del plan lector. Aunque dentro del aula se aprende la técnica, el hábito -que es lo importante- se adquiere en el hogar. Los padres, con su actitud y motivación, pueden lograr que los hijos aprendan a amar la lectura y a incluirla dentro de sus actividades preferidas de ocio.

Entonces, ¿cómo podemos ayudar?. Existen algunas actitudes que podemos poner en práctica, si aún no lo hemos hecho, para que los niños y alumnos empiecen a amar la lectura.

Consejos que invitan a leer

Empezar desde pequeño: no es necesario esperar a que el niño aprenda a leer para fomentar en él el amor por la lectura; el período anterior a los seis años, edad madurativa en la que los niños empiezan a leer, es fundamental para potenciar sus hábitos posteriores. Leer con ellos es la principal actividad que los padres deben realizar en estas edades. Crear un momento especial de lectura al día, en un lugar tranquilo, ayudará a que el niño asocie el hecho de leer a un acto placentero, en el que su padre o madre está por completo dedicado a él. Asimismo, el niño, gracias a estas lecturas, comenzará a asociar los sonidos con las palabras, ampliará su vocabulario, en definitiva, adquirirá unas habilidades previas que hará que el posterior proceso de aprendizaje de la lectura sea más fácil.

Regalar libros: regalar un libro a un niño, de la misma manera que se regala cualquier otro juego o juguete. También podemos  darle la categoría de regalo especial, por ejemplo, haciendo que regale él libros a sus amigos en sus cumpleaños. Este hecho ayudará a que los pequeños identifiquen los libros como algo valioso e importante. Es conveniente llevarlo con frecuencia a una librería para que elija los que más le gustan, para que vea como se renuevan los títulos y pueda esperar con ansia el momento de recibirlos.

Enseñarle la utilidad de la lectura: además de ser una actividad placentera y de ocio, los niños deben conocer que la lectura es también una fuente de conocimiento. Una de las mejores ocasiones para demostrárselo es buscando en los libros las respuestas a muchas de las múltiples dudas y preguntas que diariamente plantean a sus padres. Leerle el significado de una palabra en un diccionario o enseñarle una fotografía en un libro de aquello que desconoce hará comprender al niño la utilidad de los libros. Por otra parte, cuando el niño muestre un interés significativo por un tema concreto, los padres también pueden buscar en la biblioteca o comprar un libro relacionado con ese tema, de modo que el pequeño sepa que gracias a los libros puede ampliar sus conocimientos sobre aquello que le interesa.

Crear su propia biblioteca: además de que el niño comience su propia colección de libros desde pequeño, es importante concederle un sitio para que pueda colocarlos ordenadamente y acceder a ellos con facilidad, para que cuando sienta el deseo de leer pueda hacerlo y elegir el libro que quiera sin dificultad. Podrá servir de ayuda el enseñarle a clasificarlos por temas, por autores, por colecciones, etc., fomentando de esta manera también el hábito del orden en él. Una idea original puede ser catalogarlos con gomets de colores, marcando por ejemplo los que ya se ha leído, o los preferidos, así podrá encontrarlos siempre fácilmente.

No obligarle a leer:  Lo importante no es conseguir que el niño lea, el logro es que quiera leer y para eso hay que darle la libertad de elegir hacerlo o no. Los padres deben fomentar el interés hacia la lectura con pasos y actividades como los que se han mencionado anteriormente. Sólo de este modo se logrará que el día de mañana, cuando la lectura de una obra se acerque al final, el niño en vez de alegrarse por terminar el libro se lamente de que la diversión se acaba.

La lectura en los actos cotidianos: El hecho de leer no tiene por qué estar asociado necesariamente a un libro. Si nos paramos a pensar, leer es un acto cotidiano que realizamos cientos de veces al día, incluso sin darnos cuenta:  leemos los carteles de las tiendas, las etiquetas de los productos en el supermercado, un mail, una carta del banco o los letreros en la calle; ¿por qué no aprovechar estos pequeños actos de lectura para habituar a los niños a ella?, así podrán alcanzar a comprender de la manera más práctica posible la utilidad que tiene la lectura en la vida cotidiana y la importancia de ésta en el transcurso del día a día.

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