¿El difícil carácter de vuestro hijo está poniendo en jaque la paz de vuestro hogar? ¿Su comportamiento y exigencias rigen la rutina de vuestro día a día? No lo dejes pasar, un exceso de permisividad puede convertirlos en niños problemáticos y más tarde en adolescentes conflictivos.

Que tu hijo sea un poco desobediente y tengas que pedirle las cosas diez veces; que sea un pelín respondón y que siempre tenga un “no” o un “es que…” preparados; que haga temblar las paredes con una rabieta de vez en cuando porque no quiere irse a la cama o te monte un numerito en plena calle porque quiere que le compres unas chuches, entra dentro de lo normal. Se trata simplemente de comportamientos frecuentes en niños que está aprendiendo a asumir las normas y también a retaros y poneros a prueba con
pequeños desafíos a vuestra autoridad. Pero ¿empiezas a sospechar que la situación ya se pasa de castaño oscuro y que su comportamiento va más allá de la rebeldía propia de su edad? No lo dejes pasar, podrías estar “criando” a un dictador en miniatura que acabará haciéndose con el poder, imponiendo su propia ley bajo vuestro techo y obligándoos a plegaros a su voluntad y a acatar todas sus exigencias.

Atenta a las señales de alerta

La agresividad, la manipulación, la falta de responsabilidad, el escaso autocontrol, la ira, el egoísmo y la poca tolerancia a la frustración son los comportamientos que exhibe el niño tirano. Pero, tal y como explica la psicóloga infanto-juvenil, Alicia Banderas, “un niño no se convierte en un tirano de la noche a la mañana. Desde pequeños se va observando en ellos su
escasa empatía y su impulsividad. Si estos niños de temperamento difícil son educados con la permisividad del “todo vale”, se va formando un cóctel explosivo que propicia el desarrollo de toda su tiranía”.

Mucho antes de que el niño empiece a comportarse de un modo agresivo con conductas como insultar, amenazar o humillar, ya existen algunas señales de falta de respeto que nos ponen en la pista de lo que puede suceder si no se actúa a tiempo. Los primeros “brotes” aparecen y son observables a los seis años, se manifiestan con intensidad hacia los 11 y de forma violenta alrededor de los 15 años. Por lo tanto, se impone estar bien atento, detectar estos comportamientos de manera precoz y atajarlos cuanto antes.

La experta nos ayuda a identificar cuáles son las maneras que permiten detectar si tu hijo es un tirano en potencia:

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  • Tienen una manifiesta falta de empatía, es decir, son incapaces de percibir el daño que provocan en los demás –padres, hermanos, compañeros…-. Apenas sienten compasión ni pena tras el daño que han causado y no tienen sentimiento de culpabilidad por sus malas acciones.
  • Los castigos rara vez surten efecto porque no sienten miedo ni ansiedad ante éstos.
  • Muestran una crueldad poco acorde con la edad que tienen. A través de la violencia sienten que ganan respeto y atención; les hace sentirse poderosos, así que no tienen reparos en utilizar la agresividad, la violencia, las amenazas, la manipulación y el chantaje para convertirse en los reyes de la casa.
  • Muestran escaso autocontrol. Tienen poca tolerancia a la frustración, una gran impulsividad, falta de reflexión y gran egocentrismo: cuando quieren algo, lo quieren de verdad y lo quieren en el momento.
  • No tienen verdaderos amigos ni relación profunda con compañeros de clase.
  • Suelen transgredir las normas. Cuando se aproximan a la adolescencia, no respetan la autoridad de sus padres, es más, no creen que sus padres tengan derecho a reprenderles.
  • Es frecuente que tengan problemas en el colegio o en el instituto y bajo rendimiento escolar.
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    Con firmeza y cariño

    Estos comportamientos no siempre son fáciles de detectar, en unas ocasiones porque son muy sutiles y en otras porque los padres los dejan pasar pensando que cesarán cuando el niño se vaya haciendo mayor y madure. “Craso error. Si este tipo de conductas no frenan a tiempo, con toda seguridad irán a más”, afirma tajante Alicia Banderas. Para ello, es necesario actuar con firmeza y
    autoridad pero transmitiendo, al mismo tiempo, nuestro afecto e inculcando valores como el respeto, la responsabilidad, la tolerancia y el valor del esfuerzo. “Eso se logra a través de un código de conducta transmitido por nuestros mensajes sobre lo que está bien, lo que no se hace y jamás se les dejará pasar y sin permitir que atraviesen los umbrales del respeto. Pero sobre
    todo con nuestro ejemplo, somos un modelo para ellos y los niños aprenden por imitación”, asegura la experta que, además, establece unas pautas para guiar a los padres:

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  • Normas y límites. con la mejor de las intenciones, para hacerles una infancia más feliz y placentera, porque ya se darán cuenta de lo dura que es la vida cuando sean mayores, muchos padres optan por un modelo educativo excesivamente laxo y complaciente, en el que las normas brillan por su ausencia. Sin embargo, los niños que crecen observando este comportamiento son inmaduros, impulsivos y pueden tener dificultades para las relaciones sociales ya que desconocen las normas y no son dados a aceptarla con facilidad. Un niño puede hacerse hedonista, muy egoísta e insensible a los sentimientos o sufrimientos de los demás y puede ser muy lesivo para la gente que le rodea. En opinión de la psicóloga, “la mayor muestra de amor es ponerles límites, los necesitan para que no naveguen sin rumbo ni a la deriva”. Por lo tanto, se hace necesario establecer normas en casa ya que ayudan a generar confianza y respeto mutuo. Los padres son la autoridad y a ellos les corresponde marcar los límites de manera unilateral y consensuada, aunque a medida que los niños crecen habrá algunas que pueden negociarse con ellos. No tengas miedo a decirle “no”, le estás entrenando para asumir la frustración y no temas, que no le causarás ningún trauma, como tampoco lo hará que reprendas sus malos comportamientos retirándole sus pequeños privilegios y haciendo cumplir los castigos o sanciones que le impongas.
  • La ley del esfuerzo. Enséñale que las cosas hay que ganárselas, es decir, que “tiene que existir un intercambio proporcionado entre su esfuerzo u obligaciones y las recompensas que les damos”, aconseja Alicia Banderas. Si les acostumbras a que lo consigan todo por la vía fácil, les estás enseñando que se puede tener todo con sólo pedirlo o desearlo; de este modo, generarán poca tolerancia a la frustración y sus reacciones serán desproporcionadas ante cualquier persona o situación en que se les diga “no”: vendrán los estallidos de ira, las amenazas, los desafíos y otras formas de violencia verbal o física. Así que tenlo claro y no te sientas culpable: ¿Que quiere ir al cine? Tendrá que realizar sus labores domésticas durante toda la semana. ¿Que necesita unos patines nuevos? Pactaréis una pequeña contribución a su hucha cada vez que realice una tarea extra, como echarle una mano a su padre para lavar el coche, ayudar a su hermanita a vestirse… Cuando su hucha esté llena podrá elegir los patines.
  • Refuerzo positivo. Es importante que tu hijo se sienta escuchado, valorado y respetado en el seno de vuestra familia. Aunque su comportamiento no sea siempre el que tú desearías, debes esforzarte por observar sus cualidades más positivas, sus actitudes correctas y elogiarlas con tus palabras y atención, que es lo que más ansía un niño. Esto no quiere decir que no debas reprender sus malas acciones, pero hazlo siempre de manera concreta, dirigiendo tus críticas hacia la acción, nunca hacia su persona –“esto que has hecho no me ha gustado” en lugar de “Eres un desastre, eres malo…”-. Aplaude sus pequeños logros y elogia su esfuerzo por mejorar aunque los resultados no hayan sido los mejores.
  • Delegar responsabilidades. Muchos papás consideran que la única obligación de los niños debe ser ir al cole, hacer sus tareas y centrarse en sus deberes académicos. Sin embargo, tal y como expone la psicóloga “eximirles de otras cargas sólo traerá como consecuencia privarles del aprendizaje más importante: valerse por ellos mismos, ser capaces de tomar decisiones y responsabilizarse de ellas como personas autónomas e independientes”. Así que no busques excusas, es necesario que tus hijos tengan sus obligaciones y su función en el entorno doméstico acordes a sus destrezas y edad. Si les acostumbras a tener la mesa puesta cuando llegan a comer, a que su mochila esté preparada en la puerta cuando salen para el cole o el entrenamiento, si después de toda la mañana jugando y trasteando en su cuarto, la habitación aparece perfectamente limpia y ordenada como por arte de magia, les convertirás en adultos dependientes y perezosos que tendrán que esforzarse y luchar mucho más para desenvolverse en el futuro y estarás contribuyendo a que se conviertan en pequeños tiranos, esos seres diminutos que se creen con derecho a todo y son ninguna obligación.
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    Tolerancia cero ante la violencia

    Los padres deben poner freno a cualquier forma de falta de respeto o acto de violencia. Desde la primera ocasión en la que se manifieste este tipo de comportamiento hay que dejar claro que no es admisible y no se puede permitir que quede sin consecuencias. Si lo pasamos por alto, por insignificante o aislado que nos pueda parecer, estaremos poniendo la semilla de la tiranía en ellos. Ayúdale a ponerse en el lugar de los demás con preguntas como éstas: ¿Cómo se ha sentido tu amigo cuando le has pegado o roto su juguete? ¿Cómo te sentirías si te lo hiciesen a ti? ¿Qué puedes hacer para solucionarlo? “Es importante transmitir el sentimiento de la “culpa sana”, como antídoto de sus conductas dictatoriales”, recomienda Alicia Banderas.

    Beatriz García.
    Asesoramiento: Alicia Banderas, psicóloga infanto-juvenil y autora del libro
    “Pequeños Tiranos”. www.aliciabanderas.es
    Publicado en Guía del niño nº 139. Julio de 2010.

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