Por ser gordito, llevar ortodoncia o, simplemente, porque sí. Verse distinto a los demás puede hacer que tu hijo se sienta acomplejado. El mejor remedio: una buena autoestima.
Los complejos suelen nacer del sentimiento de inferioridad, de la falta de fe en las propias capacidades. Es cierto que es más fácil que un niño se sienta acomplejado si tiene un “defecto” evidente –es patoso, usa gafas, está gordito…-, porque será inevitable que alguna vez tenga que enfrentarse a comentarios despectivos por parte de sus amigos o compañeros de cole; pero
también lo es que cualquier niño puede sentirse inferior al resto sin motivo aparente.
Estar acomplejado puede condicionar el comportamiento del pequeño, haciéndole más tímido, menos sociable, triste o apático: La actitud de los padres es fundamental para que el niño cambie su propia actitud en una dirección más positiva.
Soy bajito, ¿y qué?
El primer paso para sentirse a gusto con uno mismo es aceptarse tal como uno es. No tiene sentido tratar de negar lo evidente, como tampoco lo tiene reducir a la persona a un único rasgo distintivo. Recuerda a tu hijo que tiene más características de sí mismo que le gustan que otras que no le agradan tanto. Pero también debes saber que los niños se miden a través de las opiniones externas, por eso los comentarios desafortunados de sus compañeros pueden hacer mella en él. Por suerte, el espejo en el que más se mira sois vosotros: sus padres. Vuestros comentarios y ejemplos pueden ayudarle a tener una autoestima elevada y a no fijarse tanto en sus defectos.
Tu ayuda, fundamental
Pon en marcha estos consejos para conseguir que tu hijo no se sienta acomplejado:
Si quieres elevar su autoestima:
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Para reducir sus complejos:
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Tú también llevabas gafas…
Contarle a tu hijo tu experiencia cuando eras pequeño puede ayudarle a comprender que sus sentimientos no son algo aislado. Además, se dará cuenta de que sus complejos se pueden superar, porque tú lo has logrado. Seguro que recuerdas algo que te hacía sentir diferente e incómodo de niño, aunque no fueses muy delgado ni llevaras ortodoncia: la ropa que te hacían usar, tus
gagas, lo mal que jugabas al fútbol…
Ísar Monzón. Pedagoga y psicóloga
Publicado en Guía del Niño nº 126. Junio de 2009.