Las siguientes orientaciones están encaminadas a estimular el desarrollo del lenguaje, objetivo en el que los padres tienen una importante labor.

Es fundamental que llevemos a cabo, en la medida de lo posible, todas las pautas que se describen a continuación, pero sin fatigar al niño. Es decir, debemos intentar que se desarrolle de una forma natural,  sin que el menor perciba un comportamiento extraño o una exageración por nuestra parte en algunas de ellas.

DEBEMOS

– Debemos hablar mucho y correctamente a nuestro hijo/a.

-Procuraremos que el menor tenga un lenguaje más pausado. Para ello podemos hablar más despacio y mostrarle que de este modo le entendemos mucho mejor.

-Trataremos de mostrar interés cuando el niño/a se dirija a nosotros, de manera que el/la menor sienta que lo que nos está contando es importante (aunque pueda resultarnos complicado entender a la perfección aquello que nos cuenta).

Así, debemos hacer comentarios, halagar su esfuerzo y estimularle para que siga hablando.

– Es también importante ofrecer a nuestro/a hijo/a participación en las conversaciones cotidianas de la familia, haciéndole preguntas y enriqueciendo su vocabulario con nuevas palabras.

– Trataremos de reforzar todo aquello que el/la niño/a diga correctamente (¡muy bien, así te he entendido mucho mejor!, ¿ves cómo tu sabes hacerlo?). A su vez, debemos animar a nuestro/a hijo/a cuando veamos que intenta esforzarse, aunque finalmente no lo haya conseguido. Es decir, reforzaremos no sólo los logros, sino también los intentos de mejora.

NO DEBEMOS:

Rectificar a el/la menor constantemente cuando pronuncie mal una letra o palabra, ya que esto le produce más ansiedad.

En lugar de corregirle podemos decir: “ ¡Ah…que te refieres a esto….que no me había enterado!…”, de este modo nosotros repetimos la palabra de forma natural, con el fin de que el/la niño/a reciba la información correctamente y sepa así cómo debe tratar de decirlo en intentos posteriores.

– Exigir que hable bien, transmitiéndole ansiedad o avergonzando a el/la menor en público. En lugar de decir “¡habla bien, que tú sabes!” podemos decir “muy bien, pero vamos a intentarlo aún mejor ¿vale?”.

– Comparar su forma de hablar con la de otros niños/as o hermanos/as.

– Demostrar que no entendemos lo que el/la niño/a nos está diciendo. Recuerde que cuando a uno no lo entienden eso genera frustración y reduce nuevos intentos.

No decir: ¡Así no me entero!

Decir: ¡Muy bien cariño!, pero si me lo cuentas un poco más despacio te entenderé mucho mejor.

 Cada progreso de nuestro/a hijo/a es importante y por pequeño que sea, hágaselo saber con frases como “muy bien”, “te felicito”, “ánimo”. Recuerde que cada niño/a es único/a y aprende de acuerdo con su  propio ritmo.

Si pretendemos ser nosotros quienes marquemos este ritmo, tan sólo conseguiremos enlentecer el proceso y bloquear a nuestro/a hijo/a.

 

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