Son traviesos, revoltosos, inquietos y, muchas veces, desobedientes y caprichosos, pero también creativos, espontáneos y alegres. Y aunque tienen mucho por aprender, también atesoran grandes virtudes por enseñarnos.

Les enseñamos a vestirse, a cepillarse los dientes y a montar en bici. Les mostramos valores como el respeto, el esfuerzo y la generosidad, a respetar límites y cumplir normas; pasito a paso maduran y desarrollan todo su potencial y sus habilidades. Pero ese largo camino que es la relación entre padres e hijos es una carretera de doble sentido: no sólo somos nosotros, los mayores, los que enseñamos y ellos, los niños, los que tienen todo por aprender. Descubrirás que en cada instante que compartís, recibes valiosas lecciones de tu pequeño maestro.

Sólo hace falta echar un vistazo a nuestro alrededor o ver las noticias para darse cuenta de que el mundo de los adultos tiene demasiadas cosas de las que no podemos estar orgullosos. Ahora añádele al mundo una pizca del entusiasmo infantil, algo de su perseverancia, kilos de imaginación que a los peques les sobre y toneladas del amor que exhiben… ¿No sería diferente?

Lección nº 1: amor sin límites

Desde antes que tu hijo llegue al mundo, cuando tiene el tamaño de una lenteja, ya se ha convertido en el ser más importante del mundo y tú ya estás empezando a aprender gracias a él. Te descubre que se puede amar “hasta el infinito y más allá”. Tanto, que ninguna mamá es capaz de describirlo con palabras. Es el primer regalo que tu hijo te hace: la experiencia de un sentimiento incomparable que reforzarás día a día, con cada abrazo, cada
mirada y cada experiencia que compartís. Tu hijo te quiere por encima de todo y ti le quieres a él sin condiciones y sin fecha de caducidad. Con él no tienes que fingir, no espera que seas perfecta, te quiere cuando juegas con él y también cuando le riñes o le castigas. No importa que a veces estés de mal
humor o que no hayas tenido tiempo de ir a la peluquería, siempre serás la mejor mamá del mundo y la más guapa. Ese amor con mayúsculas te convierte en una persona mejor, más generosa, más noble.

Lección nº 2: curiosidad

Hagamos examen de conciencia: ¿Cuándo fue la última vez que encontraste una palabra desconocida en un libro y la buscaste en el diccionario? ¿Leyendo la carta de un restaurante te topas con la sugerente propuesta de “delicias crujientes cinco continentes” pero te encoges de hombros y pides una ensalada? Tu pequeño nunca habría consentido quedarse sin respuestas. El mundo es un lugar tan fascinante y desconocido para ellos que todo les genera curiosidad. Desde que nacen, observan, tocan, exploran y, en cuanto pueden, preguntan sin cesar, de forma incansable. La curiosidad es el germen del conocimiento y del aprendizaje. Contagiarte de su continua inquietud por saber no sólo será un impagable ejemplo para ellos sino que te reportará grandes
satisfacciones personales y te abrirá nuevas perspectivas y horizontes que ahora ni siquiera alcanzas a imaginar. “El deber de los padres es satisfacer la curiosidad de sus hijos, responder y alentar las preguntas de los niños y también las propias. No es necesario conocer todas las respuestas, sino orientar el modo de encontrarlas”, propone Marta Soler, especialista en Psicopedagogía. Por ejemplo: “¡Qué pasada lo del volcán, ¿verdad, hijo? ¿Buscamos más cosas en Internet?

Lección nº 3: perseverancia

En su inagotable afán de aprender y de descubrir el mundo, observarás cómo tu hijo no ceja en su empeño de alcanzar nuevas metas. Prueban, se equivocan, corrigen sus errores y lo vuelven a intentar. En la ardua tarea de aprender a caminar, se levantarán una y otra vez, no importa cuán dolorosa haya sido la caída. ¿Y tú? Siempre encuentras una excusa para abandonar esas clases de inglés… “La perseverancia es una de las grandes virtudes de los niños; cuando tienen claro lo que quieren, luchan por ello, hasta límites que a veces hace que los padres se desesperen”, explica Silvia Álava, coordinadora del Área Infantil del Centro de Psicología Álava Reyes.

Lección nº 4: paciencia

Respondiendo a sus interminables preguntas, insistiendo para que coma, recoja su cuarto… estarás poniendo a prueba otra de las virtudes que tu hijo hará aflorar en ti: la paciencia. Seguro que no creías que tuvieras tanta, y además la mejoras a diario. Es un aprendizaje que te será muy útil, porque no sólo la aplicarás con ellos; tu vida de pareja saldrá beneficiada y también te ayudará a mejorar en el ámbito laboral y en tus relaciones sociales. Cada vez que estés a punto de perder los nervios con tu pequeño, reflexiona; “ellos
también son muy pacientes con nosotros: no entienden –y sin embargo soportan- nuestros problemas, cambios de humor, prisas…”, apunta Soler.

Lección nº 5: capacidad de sorpresa

Observan boquiabiertos el afanoso trabajo de una hormiga transportando una miga de pan y se quedan con la naricilla pegada en el cristal admirando el arco iris. Su capacidad de observación los convierte en pequeños filósofos y científicos: ¿Cómo está de alto el cielo, quién enciende las estrellas, por qué el mar no se derrama por el fondo? Los grandes descubrimientos de la humanidad los alcanzaron adultos que conservaron esta virtud infantil de la observación, esa capacidad de asombro por lo que sucede ante sus ojos. Pero la mayoría somos papás ocupados, corriendo de un lugar a otro, para llegar a tiempo a hacer la cena, a recoger aquello en la tintorería antes de que cierren, sin tiempo para prestar atención a todas esas pequeñas cosas. “Como
siempre, lo urgente no deja tiempo para lo importante”, decía una niña argentina y universal, de nombre Mafalda.

Lección nº 6: espontaneidad

Seguro que en más de una ocasión tus hijos te han sacado los colores con sus ocurrencias. Sucedió esa vez que después de aguantar estoicamente los besos de la vecina, le preguntó que por qué no se afeitaba. O aquella otra en la que a la primera persona negra que vio, le soltó “¿manchas?”. Pero esa misma espontaneidad es la que le permite acercarse a cualquier niño en el parque e iniciar una nueva amistad o saltar sobre ti y llenarte de besos. Tal y como recomienda Silvia Álava, “tenemos que establecer” el punto donde termina la
espontaneidad del niño, que le ayudará a relacionarse mejor tanto con iguales como con adultos”. En el transcurso de los años los adultos hemos perdido buena parte de nuestra espontaneidad, a fuerza de convenciones sociales y no nos permiten manifestar a bocajarro todos nuestros pensamientos. Sin embargo, “la espontaneidad, la honestidad y la sinceridad son la base de las relaciones sólidas, saludables y duraderas”, añade Marta Soler.

Lección nº 7: entusiasmo

El temor a lo desconocido es uno de los grandes miedos de la humanidad. Sin embargo, para los niños algo nuevo siempre es un gran reto apetecible y emocionante que emprenderán sin dudar… Se montarán entusiasmados por
primera vez en la bicicleta, se unirán a los scouts y asistirán a clases de kárate…, ávidos de nuevas experiencias para contarte. “Si siguiéramos su ejemplo y nos dejáramos contagiar por sus ganas y capacidad para aprender, por su insaciable sed de experiencias nuevas, nos convertiríamos en personas más cultas y más ricas en emociones y experiencias”, apunta la psicóloga Marta Soler.

Lección nº 8: imaginación

La imaginación de nuestros pequeños no tiene límite, su creatividad y su fantasía nos dejan pasmados. Mientras, los adultos, tan metidos en nuestro papel de personas serias y responsables, nos creemos en la obligación de tener siempre los pies sobre la tierra; pero la imaginación, la fantasía y la
creatividad no están reñidos con la realidad, sino que son –o deberían ser- un complemento de la vida diaria. No sólo son ingredientes infalibles contra el aburrimiento, sino un estimulante para una vida más creativa y productiva. “La creatividad no sólo se relaciona con el área artística, también supone proponer ideas originales, dar nuevas respuestas a las preguntas de siempre, anticiparnos, aventurar nuevas posibilidades y perspectivas…”, explica la psicóloga. Con un poco de imaginación podremos encontrar soluciones a nuestros problemas cotidianos, adaptarnos a situaciones novedosas, aceptar, asumir y comprender nuevos puntos de vista.

Lección nº 9: sin rencores

Les enseñamos lo que está bien y lo que está mal, les mostramos cómo asumir las consecuencias de sus actos y a pedir perdón cuando se han comportado mal. Sin embargo, a la hora de perdonar, los maestros son ellos. Se enfada y llora cuando su amigo Óscar le quita el balón; se va enojado a su habitación después de una regañina de su padre, pero al instante está jugando de nuevo con Óscar y regalándole a su padre un abrazo de oso. Así son ellos, pura pasión, puro sentimiento. En su corazón no queda espacio para el rencor y otorgan el perdón espontáneamente.

Lección nº 10: alegría

Dicen los estudios que un niño puede llegar a reír unas 300 veces al día, mientras que los más afortunados de los adultos llegan a 100 como mucho, quedando la mayoría en escasamente 20 veces en un día. Y hay días que ni
eso. Las preocupaciones, el estrés del trabajo, los malentendidos con la pareja… siempre hay algo que nos impide disfrutar de los buenos momentos.

“Los niños tienen una impresionante capacidad para absorber el presente, viven centrándose en cada instante: ayer está olvidado y mañana queda demasiado lejos”, explica Marta Soler. Así que siempre están dispuestos a reír por cualquier cosa y ti lo tienes fácil para tomar ejemplo porque no hay nada más contagioso que la carcajada de un niño. Además, notarás que cuanto más ríes, más ganas de reír tendrás, porque la risa aumenta la secreción de serotonina disminuyendo así los estados depresivos y generando sensación de placer y felicidad. Y una carcajada es un estupendo ejercicio que pone en marcha 400 músculos.

Gracias, cariño

“Es verdad que observando a nuestros hijos, podemos aprender mucho sobre ellos y de ellos. Hacérselo saber ayudará a que el niño se sienta más seguro; por eso, cada vez que nos enseñen algo (aunque sea algo que el adulto ya conocía), reforcémosle para que se sienta bien y más seguro”, recomienda Silvia Álava. Pero además de grandes lecciones de humanidad, los peques serán unos concienzudos guardianes de todas esas pequeñas cosas cotidianas que los adultos enseñamos pero no cumplimos. Así que agradéceselo también cuando te recuerden que no se habla con la boca llena, no se dicen palabrotas ni se critica a los demás.

¡Saben más que tú!

Según los datos de un estudio realizado por el Foro Generaciones Interactivas, el 95% de los niños entre los 6 y 9 años declara que utiliza de manera habitual el ordenador. Y antes de cumplir los 10, el 59% tiene móvil. Eso los convierte en precoces maestros en nuevas tecnologías en cuyo uso superan a sus padres. Además, su precoz aprendizaje de idiomas hará que antes de que te des cuenta estén enseñándote vocabulario. Permite que tus hijos sepan que no te molesta ser inexperta en algo y que aprecias el tiempo que emplean enseñándote los juegos y deportes que dominan, el empleo de juguetes tecnológicos o poniéndote al día de las novedades musicales.

Beatriz García.
Asesoramiento: Silvia Álava, coordinadora del Área Infantil del Centro de Psicología Álava Reyes.
Marta Soler, especialista en Psicopedagogía.

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